Y [Carlos Edmundo de Ory]
¿Y...? [Julia de Burgos]
Y a última hora no quedaba nada
Y abriría la puerta y tú estarías allí
Y Adán soñaba, y al soñar veía
Y ahora, aquí está frente a mí
Y ahora, en el crepúsculo, es la hora
Y ahora hablemos algo de mi dolor, María
Y ahora qué haré, si tú no estás
Y ahora que sé que nunca visitaré Estambul
Y ahora vamos al minuto unánime
Y ante mi abrazo te sentí rendida
Y antes de abrir los ojos a los mares
¿Y Añagualpo, el gigante? ¿Y Yandinoca?
Y aprendí del negocio de la vida
Y aquel amigo me contó tu historia
Y aquel antiguo amor me vuelve, aquel
Y aquella noche el patriarca en la era
y aquí el francés Bonpland botánico
Y aquí estoy, agradable de aforismos
Y aquí, sobre las ondas de dos mares colosos
Y así, cada minuto, se alarga en lentos
Y así me he ido quedando a la orilla
Y bajo los diluvios demoníacos
¡Y bien! Aquí estás ya..., sobre la plancha
Y bien: ¡qué importan los cielos azules
¿Y bien? ¿te sana el metaloide pálido?
Y cantaban las piedras en el río
Y canten por la España ultramarina
Y cerraré los ojos para siempre, algún día
Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora
y como mariposa de alas transparentes
Y como nadie articulaba debidamente
Y, como no sabes lo que es miedo
Y corría la sangre como una estatua rota por las habitaciones
Y cuando atardecía, vi mi casa de campo
Y cuando, en fin, todo está dicho
Y cuando se tienen todos los hijos de la tierra
Y de repente en la mansión vacía
Y de repente, esta vocación de quietud
Y, desdichada, hallarte vibrante de violetas
Y después, aquí, en el oscuro seno del río más oscuro
Y Dios creó las grandes ballenas
Y Dios dijo: «Hágase el ángel»
Y DORMIR CONTIGO SE CONVIERTE, ENTONCES, EN POESÍA
Y el amor también muere, me decía
Y el Cacique de carne, desde el vecino cerro
...Y el cochero de punto, de chistera
Y el día que en los bosques aparezca
Y el grito interrogante de una invisible boca
Y el muelle gris y las casas rojas
Y el ómnibus senil, con su cortina
y el tiempo estranguló mi estrella
Y el viento en la marisma entonaba
Y en esa duda me revuelvo gimo
Y, en fin, pasando luego al dominio de la muerte
Y en nuestros velos lo levantamos
Y en tanto que la turba descreída
¡Y en un eterno abrazo confundidos
Y entonces fue cuando llegamos
Y era aquella una noche de las noches más bellas
Y era el demonio de mi sueño, el ángel
Y era la Poesía como la luz sin alas
Y es siempre el jardín de lilas del otro lado del río
Y ESCRIBIR TU SILENCIO SOBRE EL AGUA
Y escúchome sufrir himno y herida
¿Y esta melancolía? ¿Por qué tanto abandono
Y esta palabra, este papel escrito
Y este juego, Señor Arcipreste
Y exploro mis arterias directrices
Y fue a esa edad ... Llegó la poesía
Y fue la lucha de la sombra inmensa
Y fue la noche última. De cera
¿Y fue por este río de sueñera y de barro
Y fueron de la tarde las claras agonías
Y fui después un numen transitorio
¡Y gloria! ¡Gloria a los patricios
¿Y ha de morir contigo el mundo mago
y habiendo muchos pajaritos y silbos en la
Y hablo aquí de la muerte con la misma ternura
Y habló el Pegaso, y dijo: —Yo no daré mis crines
Y habló sobre mi frente la Ceniza
¿Y he de tener al fin que abandonarte
Y he vuelto, ¡sí! La ola de la suerte
Y la ciudad, ahora, es como un plano
y la luz entra en el hombre por un instante lateral
Y la música ardiendo, estallando
Y la piedra accionó. La piedra, dura
¿Y la tangente, señor Arcipreste?
Y la venganza no puede engendrar
Y largó el cielo el trapo de sus nubes lejanas
Y las damas vestidas de rojo para mi dolor y con mi dolor insumidas en soplo
y las muchachas andan con las piernas desnudas
Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron tu cuerpo
Y llegan a dolerme ciertos músculos
Y llegué a mi aposento. De la orgía
¿Y los ojos? Son ánforas repletas
¡Y luego habló el cañón! MORE el primero
Y me dejas aquí, frente al Lenguaje
Y ME PONGO A VIVIR CUANDO ME LLAMAS
Y me senté en carro de la sombra
Y mientras confundo mi mirada en tus ojos
Y NACER ES AQUÍ UNA FIESTA INNOMBRABLE
Y nada de lágrimas; esta mujer que cierran hoy
Y nada importa ya que el vino de oro
Y ni siquiera un árbol que te endulce
Y no buscaste un sol, no; le tenías
Y no hay duda, el tirano lleva muerte
Y no se duermen en un punto muerto
¿Y no sientes acaso tú también un dolor tormentoso
¡Y no temblé al mirarla! El tiempo había
¿Y nos dejas, cruel? ¿y nada alcanza
Y nos levantaremos cuando se nos dé
Y nuevamente abril a flor de cielo
Y nunca dices ya, más tarde, luego...
¿Y nunca, nunca más, ni en noches llenas
Y ¡oh! si un sueño no fuese mi deseo
Y para qué mi traje de enfermera
Y parados en pie. Tocan el clave
Y pasarás, y al verte se dirán: «¿Qué camino
Y penetramos en el bosque, mudos
¡Y pensar que pudimos no habernos conocido!
(Y perdona que alargue un momento más la prédica
Y pienso que la vida se me va con huida
...Y por Castilla veo un árbol
¿Y por qué no ha de ser verdad el alma?
Y por qué el sol es tan mal amigo
Y por ser tuya no serás de nadie
¿Y puede ser este solar mendigo
Y qué decir de nuestra madre España
Y qué encantadora es tu inexperiencia
Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano
¿Y qué? ¿Será posible que nosotros
¿Y qué si nos vamos anticipando
¿Y qué va ser de tus recuerdos cuando
Y quisiera ser isla, un signo que persigne
Y quisimos dormir el sueño bárbaro
Y SE QUEDARÁN LOS PÁJAROS CANTANDO
Y se sumerge todo el ser, tranquilo
Y si, de pronto, tú, naturaleza
Y SI DESPUÉS DE TÁNTAS PALABRAS...
¿Y si dijeran que la vi llorando
¡Y si dijeran que soy como devastado crepúsculo
¿Y si Dios no existiese? ¿Si todo feneciera
¿Y si el Hombre, no Dios, se llamase Jesucristo?
¿Y si la muerte no fuera tan fría
Y si las islas huyen quedarán mares solos
Y si me hubieras encontrado limpia
Y si no nos aguardas, dios prófugo de ti
Y sin decir adiós. Sin que las hojas
Y sin embargo, entre la noche inmensa
Y sobre todo mirar con inocencia
...Y sonríen, a veces, cuando hablan
Y soñé, de un templete bajaban
Y su torso se yergue. Está desnudo
Y su voz se esparció, como un aroma
Y sucedió por fin que el hambre pudo
Y te adoré... De mi pasión romántica
Y te digo una cosa más: donde encuentres la raíz de una verdad
Y te fuiste también, ensueño vano
Y te quise traer un ciprés de Castilla
Y temblaste ante el pueblo mejicano
¿Y temes que otro amor mi amor destruya?
Y ¿tienes ambición? ¿Excelsa gloria
Y tienes en un lago de quimera
Y todas las cosas que a mi amor contemplaban
Y todavía, todavía el ciego Tiresias va cojeando
Y tornas al altar con nueva herida
Y tú que en la noche oscura has abierto los ojos y te has levantado
Y tú que tanto amas, tanto ríes
Y tú ¿quién eres de la noche errante
Y tú quieres oír, tú quieres entender
¿Y tú también, lucero milagroso
Y un día don Quijote pasó por nuestra tierra
Y vendrán de la nada, como ayer, otros hombres
Y vendrán nuevos hombres y poblarán la tierra
Y vi las sombras de los que fueron
Y vi que los carniceros al tercer día
Y volaron los días y las cosas
Y volver a dormir y despertar del sueño
Y ya ves: yo estoy solo, murmurando tu nombre
Y yo lo escribo sobre esa arena
Y yo lo escucho, mis ondas rizo
Y yo lo extiendo con raudo giro
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
¡Y yo, por fin, qué he de decirte
Y yo —que en mi pecho lo guardo esculpido—
Y yo, que en pequeñas partículas
Ya aspiro los aromas de su huerto
Ya auroras, la luz de la tierra sale de tus párpados
Ya besando unas manos cristalinas
Ya brotas de la escena cual guarismo
Ya caen las hojas. Se alejan volando
Ya canso al mundo y vivo todavía
Ya cediendo su campo a las estrellas
¡Ya coronó la dicha tus amores!
Ya cumpliste tu curso perezoso
Ya de los Blancos el cañón huyendo
Ya de mi amor la confesión sincera
Ya de puro dolor, dolor no siento
¿Ya de su color se avergüenzan
Ya de su creación, tal vez, alhaja
Ya de un corintio templo cincela una metopa
Ya deja Ortelio la paterna casa
Ya dejas el plumón. Las presurosas
Ya del invierno la estación avanza
«Ya del robusto cuerpo las heridas
Ya descuelga la noche sus cortinas
Ya duermen en su tumba las pasiones
Ya el almendro de flor está cubierto
Ya el árbol no es de hojas secas
Ya el enemigo de la patria mía
Ya el grupo de victorias, de Atlántico a Pacífico
Ya el otoño llegó, y aún busco aquella
Ya el pobre corazón eligió su camino
Ya el polvo no es ruina, sino aliento
Ya el sol de los quince años sonreía
Ya el tordo ministril canta en las vides
Ya empiezas a dorar, octubre mío
Ya en la alta noche, con su lumbre enfrente
Ya en la mitad de mis días espigo
Ya en las alcándaras de Medinaceli no se posa el halcón
Ya en ninguna ensenada están cantando
Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
Ya eres mía. Reposa con tu sueño en mi sueño
Ya es agua nada más, agua del Este
Ya es este el día, el presentido día
Ya es fluvial cabellera, que en torrente
Ya es secreto el calor, ya es un retiro
Ya está naciendo el nuevo milenio
Ya está; no tengas miedo de mi pena
Ya está seco el camino del río al valle y secos los senderos
¡Ya estamos en las aguas sin playas del amor!
Ya están ambos a diestra del Padre deseado
Ya están guardando hasta el aire que nos regaló tu espada
Ya estoy aquí, campiña, ya me fundió tu cielo
Ya falta el sol, que quieto el mar y el cielo
Ya formidable y espantoso suena
¿Ya has soñado una meta o elegido un camino
Ya he comido mi sopa de clavos, mi pan de munición
Ya he perdido el nombre que me llamaba
Ya la barca abrió las alas, como un pájaro en la sombra
Ya la corona lírica tus sienes
Ya la fiebre domada no consume
Ya la luna su disco a etérea cumbre
Ya la naciente claridad del día
Ya la púrpura sangra en su recelo
Ya la segunda noche se aproxima
Ya la tarde libra el combate postrero
Ya la tarde se pasa como un huevo dormido
Ya la verde cigarra yace aquí, pasajero
Ya la voz por salir del pecho brama
Ya las aves del ángelus vuelan en mi comarca
Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
Ya las infieles llamas en que ardía
Ya las nubes del Plata al fin se doran
Ya le estoy estrechando la mano verdadera
Ya llegan cansados en rondas hambrientas
Ya lo sabemos. No nos digas nada
Ya los de la casa se están acercando
Ya los pícaros saben en Castilla
Ya me lo han dicho, hermosa, ya me lo han dicho
Ya me tienes en ti de nuevo. Acaso
Ya me vi de pavor puesto tan alto
Ya mi cuerpo tenazmente se aferra
Ya mis males se van casi acabando
Ya nada suena a entonces, nada suena
Ya nadie sabía qué hacer, qué palabra
Ya, Neira, despedí a la golondrina
Ya no entonan los pardos ruiseñores
Ya no eres el que un día, sobre la frente enhiesta
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado
Ya no es posible más. La ciencia muda
Ya no está bien que mi cabeza cana me haga más viejo
Ya no habrá de volver el cadencioso
Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor
Ya no los rayos del purpúreo oriente
Ya no mana la fuente, se agotó el manantial
Ya no más en las noches, en las noches glaciales
Ya no puedo dudar... Diste muerte a mi cándida
Ya no puedo reír. Cuando en el pecho
Ya no puedo seguir esta batalla
Ya no quiera más bien que sólo amaros
Ya no sé bien el sitio ni la hora
Ya no sé qué decirte, Señor: lo he dicho todo
Ya no sé qué pensar de mi propia existencia
Ya no sé si mis horas son las tuyas
Ya no seré feliz. Tal vez no importa
Ya no soy profesor, médico ni poeta
Ya no te amaba, sin dejar por eso
Ya no tocan los ángeles sus clarines
Ya noto, al paso que me torno viejo
Ya paresce, pastor, que vas gustando
Ya partió, ya está lejos, ya me queda
Ya piso tus fronteras. Ya circula
Ya poco o nada de mis glorias queda
Ya por cambiar de piel o por tenerla
Ya prisionero y maniatado y triste
¡Ya, profundos amigos, coronados
Ya que aprendes los gestos de la emoción
Ya que con más regalo el campo mira
Ya que de amor, Dios mío, mi corazón formaste
Ya que de la esperanza, para la vida mía
Ya que del carmen en la sombra amiga
Ya que dudosa juventud de tallos
Ya que eres grata como el cariño
Ya que estamos aquí aprendamos algo
Ya que la vida del hombre no es sino una acción a distancia
ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites
Ya que no queda otra alternativa
Ya que ocultas están en el olvido
Ya que todo está en flor, y más que nada
Ya que tu voz, como un muelle vapor, me baña
Ya rindió una jornada la fiebre de mis brazos
Ya se abre el palacio de ébano de la noche
Ya se acerca mi noche postrimera
Ya se acerca, señor, o ya es llegada
Ya se acortan las tardes, ya el poniente
Ya se desembaraza y se desmembra
Ya se dijeron las cosas más oscuras
Ya se fue la paloma de su nido
—¡Ya se fue! ¡Ya se fue!—se queja la torcaza
Ya se presenta allí, ya nos aguarda
Ya sé que es imposible, que no debo
Ya se va de los astros apagando
Ya sé yo que me has dado cuanto darme podías
Ya sentí de la muerte el postrer hielo
Ya siente que te extingues en su seno
Ya silva el viento en la nevada cumbre
Ya sin odio ni amor, la fe perdida
Ya sopla turbio el ábrego, ya hinchado
Ya soy feliz, ya tengo un hijo
¡Ya su perfil zancudo en el regato
Ya te hundes, sol; mis aguas se coloran
«¿Ya te vas, Tirsis?» «Ya me voy, luz mía»
Ya tengo, al fin, la llave de esa puerta
Ya tienes arrugas, ¡Qué vergüenza! Bueno
Ya todo estaba en orden. Cada sueño
Ya todo estaba escrito cuando Vallejo dijo: —Todavía
Ya todos la olvidaron. Ahora sí que se ha ido
Ya todos los caciques probaron el madero
YA TODOS SABEN PARA QUIEN TRABAJAN
Ya trepidaba en todos el ímpetu guerrero
¡Ya triunfó la república! Has vencido
Ya van días y noche que pienso pobre flaco
Ya veis cuál viene, amantes, mi pastora
Ya vengo con el voto y la cadena
¡Ya verás tras la fiebre que me abrasa
Ya ves que no te suelto, que me ato
Ya vienes, cielo azul, a sonreírme
Ya vienes rodando los suaves patines
Yace de blanca candidante suma
Yace en esta que veis cava cubierta
Yace entre yerba y zarzas el altar escondido
Yace, mas no fallece en la copiosa
Yace tendido en la desierta arena
Yace tu tierra más allá del agua
Yacen aquí los huesos sepultados
Yacen de un home en esta piedra dura
Yacente Guaicaipuro, sin sangre ya la mano
Yaces, como el acorde de tres mundos
YANDUBAYU Y LIROPEYA (AÑO DE 1574)
¡Yanquis! mucho hallo en vosotros
Yedras de hierro se enredan a tu rostro
yo [Juan Gelman]
YO [Manuel Altolaguirre]
Yo [Gloria Fuertes]
Yo [Elvira Sastre]
Yo abría las ventanas de la cámara desnuda y fiaba el nombre de la ausente
Yo acercara mis labios a tu oído
Yo acuerdo revelaros un secreto
Yo adolezco de una generación ilustre; amo el dolor, la belleza y la crueldad
Yo adoro a Lysi, pero no pretendo
Yo adoro a una mujer meditabunda
Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa
Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores
Yo amo al Pueblo, y en él mi gloria fío
Yo ansiaba ver el mar como el ciego la luz ver ansía
Yo aparezco a la luz de nuestro ciclo
Yo apenas quiero ser humilde araña
Yo apenas quiero ser humilde araña
Yo aprendí a destapar sarcófagos y arcones
Yo aprendí en el hogar en qué se funda
Yo aquel que un tiempo con semblante ledo
Yo, Beremundo el Lelo, surqué todas las rutas
Yo busqué la armonía de mi verso en el prado
Yo cantara tus ojos en estrofas sutil
Yo cantaré algún día la angustia verdadera
Yo cantaré de amor tan dulcemente
Yo canto al cielo porque mis linfas ignoradas
Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente, fatalmente
Yo conozco en las islas un arroyo
Yo creí que tus ojos anegaban el mundo...
Yo cultivo las memorias de mi niñez meditabunda
Yo de adolescente era muy rara
Yo de casarme hubiera sido con un dios
Yo de un alma de luz estuve asido
Yo decía que el mundo era una estrella ardiente
Yo dejé abandonada mi mano sobre el lecho
Yo descendí de la antioqueña cumbre
Yo deseo estar solo. Non curo de compaña
Yo di un eterno adiós a los placeres
Yo digo que si el alma tiene un sitio
Yo dije siempre, y lo diré, y lo digo
Yo, el que vela arropado en la inocencia
Yo elijo la postrera de tus hojas
¿Yo en justa injusta expuesto a la sentencia
Yo era el senescal de la reina del festín
Yo era en mis sueños, don Ramón, viajero
Yo era la rosa que en el prado ameno
Yo era niño, tú niña; nos veíamos
Yo era un joven de espíritu inocente
Yo escuchaba sollozos a través del sueño ligero y variable
Yo estaba allí, con otra. Y de repente
Yo estaba entre tus brazos. y repentinamente
Yo estaba junto a ti, calladamente
Yo estaba orando... Abriome de repente
Yo estaba perdido en un mundo inefable
Yo estaba proscrito de la vida. Recataba dentro de mí un amor reverente
Yo estoy aquí. Pero existe también
YO ESTUDIABA EN EL EXTRANJERO EN 1953
Yo fice versos en rima terciana
Yo François Villon, a los cincuenta y un años
Yo fui estallido fuerte de la selva y el río
Yo fui la luna de su madrugada
Yo fui quedando en mis palabras
Yo/ fulano de mí/ llevo conmigo
Yo gustaba de perderme en la isla pobre, ajena del camino usual
Yo había escapado a la saña de mi enemigos, retirándome dentro del país
Yo había pasado la mitad de la noche a la vista de las frías constelaciones
Yo había perdido la gracia del emperador de China
Yo había perdido un año en ceremonias con el rey del país oculto
yo hablé con el pedazo de mi madre
Yo hacía una divina labor, sobre la roca
Yo he besado el capullo de tu boca jugosa
Yo he escuchado el silencio que se abisma en el breve
Yo he perdido un bien, un bien que nunca tuve
Yo he sabido ver el misterio del verso
Yo he soñado en un baile de pretéritas damas
Yo he tenido mil veces en mi mano
¡Yo he viajado también! Yo he recorrido
Yo he visto, a veces, cosas que no han sido
Yo he visto algún mundo fantástico extraño
Yo he visto alrededor de una gran mesa
Yo he visto garras fieras en las pulidas manos
Yo he visto perlas claras de inimitable encanto
Yo he visto su cara en otra parte le dije
Yo he vivido mi vida: si fue larga o fue corta
Yo iba andando en la sombra y de repente
Yo iba contigo. Tú con tristes ojos
Yo iba en bicicleta al colegio
Yo iba sola al Misterio bajo un sol de locura
¡Yo la amaba, la amaba!... Quedó yerta
Yo la amé, y era de otro, que también la quería
Yo la encontré una noche más fría que la noche
Yo, la estatua de mármol con cabeza de fuego
Yo la he visto tranquila; suelta en blancos celajes
Yo la quiero cambiante, misteriosa y compleja
Yo la vi anoche ardiendo en su tamaño
Yo le entregué mi corazón al viento
Yo le honro en mi ser y le venero
Yo leí, no sé dónde, que en la lengua herbolaria
Yo llevaba cantando en el corazón
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo
Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente
Yo lo veía diariamente sentado a la puerta de su choza y con la cabeza entre las manos
Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro
Yo me enfrento a sus páginas abiertas
Yo me enveneno con un recuerdo
Yo me esconderé pero que no me
Yo me esforzaba en subir el curso de un río
Yo me extravié, cuando era niño, en las vueltas y revueltas de una selva.
Yo me había avecindado en un país remoto, donde corrían libres las auras de los cielos
Yo me había internado en la selva de las sombras sedantes
Yo me haré millonario una noche
Yo me he asomado a las profundas simas
Yo me hundí hasta los hombros en el mar de Occidente
Yo me llevo mi amor, mi desvarío
Yo me mantuve alejado de mi puesto durante años
Yo me muero de amor, que no sabía
Yo me pregunto a veces si la noche
Yo me pregunto, madre: ¿No se gasta la pila
Yo me río de los peces de colores
Yo meditaba absorto, devanando
Yo misma reclamando a los arcángeles
Yo mismo te sembré cuando eras grano
Yo muero extrañamente... No me mata la Vida
Yo, mujer, te adoré con el delirio
Yo ni de dioses ni de filtro tengo
Yo no amo la mujer, porque en su seno
Yo no canto al precioso ropaje
Yo no debo irme: tengo que esperar
Yo no digo que Federico sea un asno,
Yo no digo que ponga fin a nada
Yo no dudo, Lisarda, que te quiero
Yo no entro en ti para que tú te pierdas
Yo no estaré presente. La ilusoria
Yo no estoy arañando el horizonte
Yo no hablo del sol, sino de la luna
Yo no lo sé de cierto, pero supongo
Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias
Yo no permito que nadie me diga
Yo no pisaba las huellas del cazador extravagante
Yo no podía sufrir la vivienda lóbrega y discurría por la vega de la ciudad escolar
YO NO PUEDO SEGUIRTE CON MI VUELO
Yo no puedo tener un verso dulce
Yo no puedo tenerte ni dejarte
Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria
Yo no sabía que el azul mañana
Yo no sabría distinguir, en las cartas más fieles de los náuticos
Yo no sé muchas cosas, es verdad
Yo no sé si el señor Horacio Flaco
Yo no sé si me has comprendido
Yo no sé si mis ojos o mis manos
Yo no sé si soy sonámbulo o neurótico
Yo no sé si tú esperas todavía
YO NO SOY UN ANCIANO SENTIMENTAL
Yo no sufro este dolor como César Vallejo
Yo no soy demasiado sabio para negarte
Yo no soy ese grano al que acicalan
Yo no te vi jamás; pero hubo un día
Yo no tendré ya voz y sí una oscura
Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado
Yo no veía ningún alma en pena
Yo nunca he estado en Praga, pero le sueño jardines
Yo odio a la luna. La luna me embruja
Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero
Yo os haría soñar con la opulenta
Yo os quiero confesar, don Juan, primero
Yo os tuve, amantes delicadas que como gráciles criaturas
Yo os vi desarraigar, olmos lozanos
Yo pagaré con lágrimas la risa
Yo, pecador, a orillas de tus ojos
Yo pecador, confieso que prefiero
Yo pensé que la vida era esta palma de la mano
Yo pertenecía a una casta de hombres impíos
Yo pertenezco a una raza de mujeres con el corazón biodegradable
Yo pienso en ti cuando a mis ojos luce
Yo que creí que la luz era mía
Yo, que fundé todos mis deseos
Yo que siento el mensaje de otro cuerpo en la piel de mis dedos
Yo que sólo canté de la exquisita
Yo que soy el que ahora está cantando
Yo que tengo la voz desparramada
Yo que vivo, aunque me he muerto
Yo quería hablar de la vida de todos sus rincones
Yo quiero la igualdad, ya que la suerte
Yo quiero que el agua se quede sin cauce
Yo quiero ser llorando el hortelano
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese
Yo quisiera estar entre vacías tinieblas
Yo quisiera poner en este canto
Yo quisiera quererte como antes te quería
Yo quisiera salvar esa distancia
Yo quisiera ser una golondrina
Yo rastreaba los dudosos vestigios de una fortaleza edificada, tres mil años antes
Yo recuerdo, Darío, que allá en mi adolescencia
Yo regaba de lágrimas la almohada en el secreto de la noche
Yo rodeaba la vega de la ciudad inmemorial en solicitud de maravillas
Yo sacaré lo que en el pecho tengo
Yo, sacerdote de las artes bellas
Yo sé [Luis García Montero]
YO SÉ [Adelina Gurrea]
Yo sé aquí no estás: si yo creyera
Yo sé bien que se hiere cuando silva
Yo sé que alguna vez, cabe la orilla
Yo sé que es vida esto que se mueve
Yo sé que estás aquí en mi mano
Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora
Yo sé que la esperanza está viva, y que dentro
Yo sé que mi perfil será tranquilo
Yo sé que no me entiendes; que es en vano
Yo sé que nunca llegaré a la cima
Yo sé que te fastidia mi presencia
Yo sé que todo esto tiene un nombre: existirse
Yo sé que tú eres de otro. Y, a pesar de eso, espero
Yo sé que ver y oír a un triste enfada
Yo sé un himno gigante y extraño
Yo seguiré cantando mientras crecen los árboles
Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida
Yo, señora, pensaba antes, creía
Yo siento a par del alma que no hubiera
Yo siento por el agua un cariño de hermana
Yo siento por la luz un amor de salvaje
Yo sigo enamorado de la estrella
Yo, sin ojos, te miro transparente
Yo sólo soy un hombre débil, un espontáneo
Yo solo y en silencio meditaba
Yo soñé con un beso, con un beso postrero
Yo soñé con un mar recién nacido
Yo soy [Ángel González]
YO SOY... [Alejandra Pizarnik]
Yo soy aquel que ayer no más decía
Yo soy aquel que vio pasar su entierro
—Yo soy ardiente, yo soy morena
Yo soy borracho. Me seduce el vino
Yo soy como el fracaso total del mundo
Yo soy como esas olas gigantescas
Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
Yo soy como un viajero que no duerme
Yo soy como una choza solitaria
Yo soy el anarquista de las bengalas
Yo soy el habitante de las piedras
Yo soy el sexo de los condenados
Yo soy el trotamundos de una noche
Yo soy el verdugo. El hombre, ¡mi hermano!
Yo soy Elisabeth Gille llorando tu marcha
Yo soy Juan Atampam, Blas Llaguarcos, Bernabé Ladña
Yo soy la movediza perenne; nunca dura
Yo soy la viajadora golondrina
Yo soy la walkyria que, en tiempos guerreros
Yo soy muy pobre, pero un tesoro
¡Yo soy potente! En alentado vuelo
Yo soy quien abriendo las puertas de ocaso
Yo soy, Señora, un viejo castellano
Yo soy tan poca cosa, que ni un dolor merezco...
Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur
Yo soy un punto muerto en medio de la hora
Yo soy una estación sentimental
Yo soy una señora: tratamiento
Yo subía despacio la escalera de piedra y descansaba a mis solas en una silla grave
Yo suelo abandonarme en largas horas
Yo sueño con un sueño de pastores
Yo sueño con un viaje que nunca emprenderé
Yo también al desaparecer mi infancia estuve presente
Yo también, cual los héroes medievales
¡Yo también te perdí! La hojosa palma
Yo te amo, Sol: tú sabes cuán gozoso
¡Yo te amo tanto, que eres el consuelo
¡Yo te conozco, maga engañadora
Yo te di huesos de palomas rojas
Yo te digo: «Alma mía, tú saliste
Yo te diré los sueños de mi vida
Yo te elegía nombres en mi devocionario
Yo te entregué mi sangre, mis sonidos
Yo te escogí entre todas las mujeres
Yo te fui contemplando desde la carne al alma
Yo te fui desnudando de ti mismo
Yo te he deshecho, ¡oh muerta cabellera
Yo te he visto cavar minas de oro
Yo te iba siguiendo, silueta clara y fina
Yo te lo digo, Laura... quien encierra
Yo te maté, Filí-Melé: tan leve
Yo te olvidaba ya; ni una alabanza
Yo te pregunto, señora del lino y del laúd salvaje:
Yo te untaré mis obras con tocino
Yo tengo como el mar horas serenas
Yo tengo en el hogar un soberano
Yo tengo en España ocho millones
Yo tengo un tren que descarrila
Yo tenía una sola ilusión: era un manso
Yo, Teresa de Cepeda y Ahumada
Yo trabajo de noche, rodeado de ciudad
Yo tuve, en tierra adentro, una novia muy pobre:
Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla?
Yo, un iris por el viento, erosionado
Yo velaba en la crisis de la soledad nocturna
Yo vengo de la tierna mitad de tu destino
YO VENGO DE UN BRUMOSO PAÍS LEJANO
Yo vi a Sabás, el negro sin veneno
Yo vi del rojo sol la luz serena
Yo vi la grande y alta jerarquía
Yo vi la noche ardiendo en su tamaño
Yo vi romper aquestas vegas llanas
Yo vi, sobre la cima de los Andes
Yo vi una noche en sueños al Mariscal, anciano
Yo vi unos bellos ojos, que hirieron
Yo visitaba la selva acústica, asilo de la inocencia
Yo visité la ciudad de la penumbra y de los colores ateridos y el enfado
Yo vivía a la sombra de una iglesia en la ciudad devota
Yo vivía en un país intransitable, desolado por la venganza divina
Yo vivía en una ciudad infeliz, dividida por un río tardo, encaminado al ocaso
Yo vivía feliz en medio de una gente rústica
Yo vivía perplejo descubriendo las ideas y los hábitos del mago furtivo
Yo vivía retirado en el campo desde el fenecimiento de mi juventud
Yo vivo a los pies de la dama cortés, atisbando su benigna sonrisa de numen
Yo vivo de pequeñas vecindades
Yo vivo encadenado a tu hermosura
Yo voy haciendo versos por la calle
Yo voy por esta solitaria tierra
Yra e vanagloria al león orgulloso