UN RECADO DE MON PARA BOLÍVAR
Ya están guardando hasta el aire que nos regaló tu espada
Hoy cuesta el aire un fusil.
Ya ni en el mantel te vemos, tú que estabas en el trago,
en la vaca y el maíz.
Mira la casa, tu casa, es tan grande, tan inmensa,
¿pero en dónde está la casa, aquí donde el trigo
piensa?
Mira sus habitaciones, carpintero que con balas
le hiciste puertas al rancho, ven a ver su dueño, a Sancho,
¡que hasta en su burro hay más alas!
Desde los golpes de Estado, hasta el burócrata vil,
en uno o en otro modo, vi en tu América de todo,
mas tu América no vi.
Como no cabe en el hoyo ni tu caballo inocente,
con tu espada y sobre el bruto, hay quien da ruidoso luto
todavía al continente.
Estas tierras que salieron todas de tu pantalón...
Mas olvidaste una hazaña: nos liberaste de España,
pero no de lo español.
Somos España hasta cuando ella no queremos ser...
Ya ves, buen Simón, tu espada, en ti mismo está clavada,
al clavarla en ella ayer.
Pero tú estás todavía en esa piel que medita
del negro que a fuerza humana, siempre su noche se quita,
hoy con risa de mañana.
Oigo aún también tu voz en la carita de un cobre
que en el burriquito andino va con el indio y el trino
que hace al aire menos pobre.
Mas el mapa nos lo muerden con un diente no común,
por ese diente, ya ves, van a tener que volver
Cristo, Don Quijote y tú.
Pero tú, baja pronto, que la casa
ya espera con su luz boba
—barrendero de América—
tu escoba.
Manuel del Cabral