Afuera, como perros con su hueso
Ahora que mi sombra se lava en tu sonrisa
Alegre de huracanes peinadores del bosque
Aquel ventoso Toño de intestinos geniales
Aquí te pongo, pero hay algo huyendo
Bajo tu potro es un juguete el llano
CANCIÓN PARA BUSCAR UN COCODRILO
Cantan los cocolos bajo los cocales
CARTA PARA UN FÓSFORO NO USADO
Cien días de alcancía y uno de regateo
Cien millones de años fabricaron mi grito
Comenzó el escritor su obra maestra
Como nunca he creído que el Huésped que llevamos
¿Cuánto le cuesta el cielo a un campesino?
Déjame ver qué lloras, que tienes tantos párpados
Después de aquel aliento de sagrada neblina
Digitales delicias gobiernan superficies
Dios terrestre, plural como el verano
Domingo todo el año... Agua Clara, la niña
Donde la voz parece más del árbol
EL DOMICILIO DE COLÓN, VIOLADO
El idioma llegó, dio cuatro voces
El juez señala el mapa de donde el crimen
El Mar Caribe, a veces, protesta con ciclones
EL MUCHACHO MATADO EN LA FARMACIA
El sexo de mi padre me escupió sin permiso
El vuelo, no el ala. La sed, no los ríos
Ellos no se atrevían a beber nuestra agua
En donde sin espías Cristóbal se acostaba
En este pueblo de servicial mirada y precio limpio
EN LA CASA DE OCTAVIO EL ESCULTOR
Ensuciaban el aire profundo del espejo
Este dúo siniestro de reptiles
Estos viejos mendigos de su propio bolsillo
Fijo de arder quemando calendarios
¿Hacia qué levantados designios nos lleva el gran viento
Hay algo más que el viento buscando ser instinto
Hay en tus pies descalzos: graves amaneceres
He salido sin tiempo de la casa de Octavio
Hoy en tu calabozo de bolsillo que piensa
Hoy está el pueblo en mi cuerpo
Hoy he recobrado todas mis fuerzas, me he preparado
HUÉSPED MAYOR EN TRES INICIACIONES. INICIO PRIMERO
Inquilino remoto de mi casa terrestre
Jura el juez ante ti, ¡tú moribundo!
La materia es luz petrificada. La
Los gringos, los soldados, registran hasta el grajo
Los muertos entregan sus huesos a la tierra
Los pájaros del bosque vienen hoy a mis huesos
Los que esperan el alba dormida en un cuchillo
Los ríos todavía no robaban paisajes
Luego llega su rostro de mañana que huye
Mi cuerpo estaba allí... nadie lo usaba
MI TRANSITORIA AMANTE: LA NADA
Mientras los soldados descansan, mientras tejen
Mientras una callada pero eficaz hormiga
Mira la tierra abierta, Entra un sol panadero
Míralos allí, no se mueven, usan grandes barbas
Mujer que estás un poco en este anillo
Naciste arrugado, triste, sucio, casi desperdicio
No me llamo Manuel con los zapatos puestos
¿No sientes que mi sangre suelta de pronto pájaros?
No son como las moscas impertinentemente libres
Nos dijo Johnson que por un telegrama
NUESTRO CANTO NO CABE EN LAS BANDERAS
Pesa de transparente tu mano sin historia
Pese a que no la ve, pone a ver la materia
Por escupir secretos en tu vientre
Por no tener memoria es que soy original
Por una de tus venas me iré Cibao adentro
Pronto ponte a coser tu geografía
¿Qué más quieres de mí? ¿Qué otras cosas mejores?
Quise desenterrar mis lentos sueños
Recordando el tatuaje ritual de los marinos
Río inmóvil, secretamente rápido
Santo Domingo: ataúd de la OEA
Señores profesores, ahora mismo
Si en el temblor de un yerba con rocío
Silencios carniceros fabricaron mi grito
Sin embargo, las leyes los persiguen
Sólo el cráneo de un pan está pensando
Su sonrisa la buscan porque es bomba de tiempo
Súbito un piano me mastica el pecho
Suda el hacha con lágrimas del árbol
Sus huesos de madrépora le crujen por la noche
Tal vez no diga nada, ni siquiera del patio
¿Tendrán los ciegos, oh infinito
Toco el rocío y toco la mañana
Todo aquí tiene sitio. Pero las cosas cuando yo las toco
Todo lo encuentro, pero no en su sitio
Todos los animales le tienen miedo al fuego
Todos te buscan para sacarle trapos a tu lápiz
Tú que estás en mi sangre como un ave que nunca
UNA CARTA PARA ANTONIO EN 4 TONOS. TONO II
Unas hormigas pensativas suben ladrillos
Víbora consentida y con sentidos
Viejo cuerpo, ya sé que me soportas...
Viejo Gavino vendedor de climas.
Viejo jardín, si eres un lujo, ¿por qué sirves para enterrar
Y vendrán de la nada, como ayer, otros hombres
Ya están guardando hasta el aire que nos regaló tu espada
Yo dejé abandonada mi mano sobre el lecho
Yo no estoy arañando el horizonte
Yo recuerdo, Darío, que allá en mi adolescencia
Yo sé bien que se hiere cuando silva
Yo soy el sexo de los condenados
Yo te he visto cavar minas de oro