LA PREÑADA
Mira la tierra abierta, Entra un sol panadero
a dorarle las ubres de futura parida.
Yo no…
yo entré casi rezando… Dejé de polizón
en tus venas un ángel marinero,
que será de los dos…
¡Oh vientre que con nieblas, siempre hace el alba
Ahora que el cansancio que tú tienes es mío,
ahora, que está en plural tu voz.
Mira aquí lo remoto,
lo que no es mío ni tuyo
y lo hicimos los dos.
Por tus venas un ángel marinero
—mediterráneo por tu corazón—
anda tirando redes, poniendo enternidades
donde sólo minutos puse yo…
Manuel del Cabral