PAN Y CIELO
Cuando el primer ladrón dijo:
me están robando,
comenzó la civilización.
Pero la cultura le alargó los brazos,
tanto,
que el animal volvió a sus cuatro patas.
No importa que con ellas pise ahora la luna,
O le tome la fiebre a las estrellas,
O nos ponga en los ojos todos los horizontes.
No importa.
No importa.
Que un frac en cuatro patas va pisando los astros.
Que el monstruo no digiere los espacios que come.
No importa.
No importa.
Entre el pan y el mendigo hay más espacio
que entre el cielo y la tierra.
Manuel del Cabral