HUÉSPED MAYOR EN TRES INICIACIONES
INICIO TERCERO
Hoy he recobrado todas mis fuerzas, me he preparado
para poder contemplar tu plural presencia.
El hombre, es verdad que piensa,
pero es difícil, dentro de su brevedad,
que pueda comprender lo total de tu anchura,
la dignidad de tus nieblas,
la cualidad de tus abismos;
ni siquiera presiente
la grandeza de los pequeños seres que lo rodean
y que tienen su secreto tan justo,
tan virgen como el de los astros.
Pero el hombre puede derribar desde su frente
a las bestias que viven en su sangre desde su origen;
y entonces, oh infinito,
a pesar de tu extensión, a pesar de tu altura,
a pesar de tu distancia sagrada,
la pobre criatura del hombre, podrá, sin gran esfuerzo,
comprender que todo aquí es vorágine,
pura vorágine;
y podrá, también, comprender que lo soltó un
hondero;
que somos una piedra —quizá la de David—,
una piedra que hace siglos anda en busca de su blanco,
pero una piedra, ¡ay!, que no encuentra al gigante,
porque inefablemente rueda dentro de él.
¡Oh infinito, sólo mi nacimiento puede dolerme igual
que tu presencia Virgen ante el hombre!
Manuel del Cabral