HUÉSPED MAYOR EN TRES INICIACIONES
INICIO SEGUNDO
Si en el temblor de un yerba con rocío
puede mi instinto alimentarse de tu espacio,
¿con qué ojos puedo mirarte?
¿Con qué frente puedo concentrar tu inefable estatura?
Una ventana abierta poblada de tus altos secretos
me recoge, a ratos, con una quietud, con una serenidad
que sólo comprende tu silencio de estrellas.
Suelo, entonces, conversar conmigo mismo,
y acurrucado en mi propio pensamiento
encuentro que es un crimen que me llame Manuel,
encuentro que es un crimen el tamaño del hombre,
encuentro que es un crimen su tamaño de carne.
Y sólo tú, oh infinito,
recoges mis preguntas, te ocupas de esta hormiga,
te ocupas de limpiarle su mirada y la frente,
te ocupas de quitarle su cantidad de tierra.
Porque tú, sólo tú, inevitable infinito,
eres humilde en esta brizna de yerba húmeda temblando.
¡Enséñame a decírselo a los hombres!
Manuel del Cabral