EL HUÉSPED DEL AROMA
Toco el rocío y toco la mañana,
la mañana hacia el mundo de mi tacto.
Pero ahora, ¿quién anda? ¿Nace el aire en mi
cuerpo?
¿Por qué tan insistente
esto que no me toca, pero que a ratos
respiro,
lo siento,
me tiembla?
De súbito me pongo a mirar cosas.
Y va pasando todo, pasa hasta lo fijo:
menos lo que respiro... Va perenne hacia adentro
Yo comprendo mi edad y mi tamaño,
pero hay un cuento que nació en el tacto,
hay un planeta que el olfato inventa,
un inefable clima que no cesa
de rodear mi varonil reposo,
de rodearme de calores de mito.
Así veo
que ya mi silla piensa,
que allí donde me siento y que no hay nadie,
debo pedir permiso y debo
comadrear con el pájaro enterado.
Sin embargo,
hablo con las tijeras que cortan los jardines
para saber si hieren a mi huésped.
Porque aquel que me rodea
duerme en la rosa familiar su siesta.
Manuel del Cabral