EL HUÉSPED BOBO
Desnudo como el susto,
él bebe cuando el río se hace a fuerza de luna,
y entonces, más ágil
que la neblina húmeda de cielo de su perro,
regresa de la yerba con un paso tan fresco
que parece el primer fruto de la tierra.
Después, casi en familia, va tirando palabras
en un solo rincón, ya parecidas
a la humildad sonora de la escoba.
Y luego se acurruca con la nada
deshabitado como un beso zángano.
Alguien lo ve,
lo siente
lo respira.
Su carne sabe a tierra. Por eso
se le suben a veces por su cuerpo,
no equivocadas, las chicharras,
y entonces su cuerpo canta,
canta
En tanto entre sus párpados
nada el día en agua boba.
Alguien lo ve,
lo siente
lo respira.
Después..
Una mano lo toca. Pero la mano
regresa parecida a una raíz.
Manuel del Cabral