EL ÚLTIMO HUÉSPED
Aquel hombre que,
más que por tus zapatos y tu pan,
murió por tu aire,
murió para que puedas hablar,
para que puedas moverte tranquilo,
para que no leas noticias escondido,
para que no escondas detrás de un cuando
tu nombre ni tus calzones,
para que tus manos prohibidas
puedan tocar la vida,
para que tu silencio
condecorado de remiendos,
no se duerma en tu catre donde tienes
arropado tu odio sin sueldo.
Manuel del Cabral