SITIO DEL SUEÑO
¿Hacia qué levantados designios nos lleva el gran viento,
el gran viento de astros gobernados por ritmos ocultos,
por los ritmos eternos que también en la sangre conducen
los temblores del hombre, con sus dudas, sus duelos, sus sueños?
¿Con qué amago de lumbre terrestre no reposa el destino
en las múltiples formas de cosas y bestias que luchan
con un soplo inviolable, el instinto? Y es aquello
lo que pone en la sangre universos, lo que está todavía
resumiendo infinito en las venas. ¿Y en qué lengua recoge
lo que viene de lejos y tiembla, lo que tiene un idioma
y hace sílaba al pulso? Voy a ponerme ahora a decir cosas
que son siempre del niño. ¿Pero es que todavía no soñamos?
¿No está aquí la distancia?¿ No ve el hombre un tumulto de alas?
¿No ve los grandes pájaros que de pronto aproximan edades?
Y veremos los días gigantes en un poco de llanto.
¿Será con ese puro diamante que se cae de los párpados
que podrán las espadas lavar su filo? Oigo ahora
un huracán social, un empujón de auroras bajo el luto.
Y hablan del mar las venas, y oigo el mar de mañana, lo traen
del tamaño de un grito; tiene ahora estatura la fiera...
Pero es niña la fecha, y algo duerme en el hombre; no duerme,
se despierta asustado, porque el aire ya es hombre...
Venid a ver ahora lo que hace el aire, el hombre;
los átomos que caen traen el sueño vestido de vacío.
Mirad allí un insigne montón de huesos rotos. Yo busco
los caminos del mundo. Pero todos los caminos del mundo
duermen bajo el inmóvil tumulto de esqueletos. Duermen,
pero no para siempre... Esperarán mañana, porque hay sangres
que no se van del cuerpo, porque hay sangres que sólo
pertenecen al mundo. Mirad de pie ese ocaso, que ahora
las grandes barbas del Tiempo se salpican de venas;
tiemblan como banderas que van hacia la Historia.
Y una cosa está allí, que a la puerta del sueño reposa,
y su plural silencio, que tendrá para el hombre sus signos,
porque de allí los pueblos con el árbol de claves de
oráculos
hablar podrán de cosas que hablan sólo la bestia del aire
y la lengua del fuego que repite prehistorias oscuras;
porque aún a los hombres los están ensayando los dioses;
porque aún al instinto le preparan su sueño despierto.
Se aproximan los días que rigen los secretos eternos.
¿Es que aún nos esperan? El agua que hasta ahora es una infancia,
y el trigo que hasta ahora es un poco del día en la mano,
y el aire que hasta ayer fue franciscano; y el sol que todavía
dora el tiempo en la piel, la piel que se nos cae en la palabra.
Alguien mañana nos juntará en un grito. Pero mañana...
¿Qué nombre tendrá el trigo? Y qué sabor, si siempre
lo ha de abonar el polvo de los cráneos anónimos? Mañana,
¿qué nombre tendrá el río si viene de los párpados? Pero hoy...
¿qué nombre tiene el día, si su terrible luz viene del átomo?
Mas es joven la sombra, y es anciano el aliento que trae
latidos que preñan de cosmos las cosas pequeñas...
Allí donde las piedras resumen palabras distantes;
allí donde las piedras resumen espacios y ritmos;
porque allí, solo y siempre, hallaremos al genio sin forma
sacando continentes de las nieblas que fueron principios...
Venid aquí a mirarlo los que no conocieron su esencia,
los que llegaron tarde, y asustáronse a fuerza de lámparas.
Venid aquí a sentirlo, su semilla revienta futuros.
¿Pero con qué soñamos, con qué nos crecieron las cosas?
¿Está allí lo primero.., lo que ha tiempo
tembló para hacernos?
Venid aquí a mirarlo. Llega por todas partes. Lo trae
con su duende de piedra la Esfinge. No duermas,
esqueleto del Tiempo, que naciones encarnan sus fósiles,
que hay un rumor de huesos que levantan pesados derechos.
A la puerta del pulso crecen ya anunciaciones que esperan
la palabra exprimida en la horca. Pero está aquí el olvido...
en la ruina que vence al pasado? ¿Con qué feto de sueño
se quedaron los ojos? ¿No está allí el sacrificio temblando
en el sacro resumen del día que lustra la lágrima?
Porque aún está haciendo su alba la vejez de la ola.
¿Por quién, sino por ella, por la noche? ¿Pero está solo el hombre?
¿No estará en su partida? Tercos golpes oscuros lo asombran,
y de pronto, en un punto, en la herida, junta todos los siglos;
mas tal vez, por la herida, sale, en vez de la muerte, la aurora.
Venid aquí a mirarla, donde el reloj es tonto todavía...
Aquí el tiempo no puede marcar la despedida... no puede
luchar con estas cosas... porque hablamos de aquello...
del gran viento que viene sin fecha.. .Así sólo mañana,
nos hallarán lo mismo si hablamos de estos niños, porque siempre
apedreamos al Tiempo con la piedra profunda de la Esfinge.
Manuel del Cabral