LAS UÑAS CRECEN DE NOCHE
Los que esperan el alba dormida en un cuchillo.
Los que tienen a veces
que ponerle zapatos a su beso de pobre.
Los que aún no han devuelto sus huesos a la tierra.
Los que dicen:
«hemos llegado tarde, comencemos a andar...»
Estos hombres conocen sus profundos orígenes,
estos hombres
saben que no es un lujo su silencio caníbal;
estos hombres
son los que fueron cuerdos con su llaga.
Estos hombres
son los que no piden, no ruegan, son los que nacieron
con todos los horizontes en su herida.
Estos hombres
no calientan la silla de horarios adulones.
Estos hombres
son los que en los testículos guardan virgen su llanto.
Manuel del Cabral