UNA PARÁBOLA PARA JOHNSON
Nuestro pequeño país
casi no tiene geografía...
Sin embargo,
sus muertos
lo ponen a crecer a cada instante.
Manejamos ahora soldaditos de lata,
ellos son muy manuables:
no se quejan,
no protestan,
son serviciales incondicionales,
pero ellos (los soldaditos de juguete)
no se sabe cómo,
al tocarlos nuestras manos,
aprendieron a hablar,
a comprender su estado de humillados...
Tuvimos entonces
que respetar
a los liliputienses y nuevos seres vivos.
Ellos querían moverse sin nuestras manos,
sin nuestros instintos,
querían,
sin que los ayudásemos, ser ellos...
Y, de repente, sintieron hambre,
y tuvimos también que alimentarlos,
pero eso sí,
les dimos alimento sin quitarles su orgullo,
sin rasguñarle su dignidad.
No quisimos quitarle a cada uno
aquella cosa:
la que los puso del tamaño de nosotros...
Manuel del Cabral