EN EL SITIO DEL CRIMEN
El juez señala el mapa de donde el crimen
salió con etiqueta...
Unos señores graves, bien comidos,
tomaron el cadáver en sus manos,
no tenía el difunto ni un trapito,
y le pusieron cosas...
le pusieron zapatos, cuello al día, voz a tono...
camisa blanca a golpes de sonrisas...
bolsillo innumerable, por las dudas...
y un chorro de arco iris: la corbata,
porque al difunto hay que ponerlo alegre...
Y así,
vivo a la fuerza... lo sacaron
como a nuestros abuelos en las fotos,
impecable y fragante para el mundo.
Pero mi pobre pueblo
se ha cansado
hasta de ser cadáver...
Y pide que lo entierren,
sólo pide
que lo dejen tranquilo en su ataúd,
que lo dejen
con su muerte decente,
que no quiere
que le saquen sus huesos,
quiere
que no se los deshonren cada vez que los lamen
los perros del palacio, los que ayer
vivieron de la víctima
y quieren hoy vivir de su esqueleto.
Manuel del Cabral