NO, LEÑADOR
No, leñador, estás equivocado.
En el filo
de tu diente más grande y más honesto,
húmedo aún de sangre de jardines,
hay aroma del bosque,
cadáveres de sándalos perfuman ya tu hacha.
No, leñador, estás equivocado,
todavía
a tu lado está intacta
esta azucena cruel que crece en la sonrisa
vestida con smoking de social impecable.
No, leñador, estás equivocado.
Hay un temblor de alcobas de canarios
en esta tribu verde
de árboles como indios que hablan como las hojas.
Déjalo, leñador,
deja este bosque,
esta plural, adánica guitarra,
que está quemándose, quemándose de vida,
quemándose muy alto en llamas frías,
en secretos visibles de amapolas.
Manuel del Cabral