REO
Su sonrisa la buscan porque es bomba de tiempo.
Delincuente por hablar desnudo,
no por estar sin ropa.
Delincuente por no querer ser rico,
persiguen su palabra como el auto de un ebrio.
Sospechoso por sus cabellos largos,
el carcelero
le teme a su dulzura.
Peligroso por vago...
camina sobre el agua por no lavar el cuerpo...
Peligroso por llegar
en el tiempo preciso
cuando empieza la máquina a ser gente...
y la cosa a tener un apellido...
y el objeto
a ser más importante que su amo.
Peligroso por manso, temible por abstemio;
no consume...
Pero donde hay un robo del tamaño de un pan,
allí está su ternura delincuente.
He aquí el acusado y condenado:
quiso unir animales racionales,
echó del templo a los mercaderes,
un ciclón de monedas asesinas
cayó sobre su enclenque anatomía;
mas, ni los de su casa
(un nubarrón de sotanas),
pudieron con el mendigo...
Al contrario,
se adelantó 2000 años
al hippie y al socialista.
Y ahora mismo, lo tienen en la cárcel,
pero los que lo encierran
aclaran:
tiene ya 20 siglos, y todavía
no sabemos qué hacer con este joven...
Manuel del Cabral