VIENTO DEL ESTE
A Rafael Santos Torroella
Yo os tuve, amantes delicadas que como gráciles criaturas
vinisteis ligeras traídas por la brisa del Este.
No descendisteis de las rocosas montañas de mi vida,
de allí donde subí y sufrí, donde logré un
cénit de alcanzado desnudo.
Sino que bajasteis traídas por el viento del Este
de las ligeras colinas, de los bultos hermosos
donde la tierra entera como un amor respira.
Ligeras muchachas rubias o muchachas morenas,
hojas del viento que dulcemente entregasteis
vuestros cuerpos hermosos como verde caricia
que repasa unos hombros cuando el viento se extingue.
La vida como una tarde de primavera fue solo un soplo del viento del
Este.
Y en él llegasteis poblándolo de vuestros cuerpos frescos,
oh claras hojas vivas que coronasteis mis horas,
como un rumor que la brisa arrastraba.
La juventud como una espuma era amable.
Sonó el lejano mar donde en copos nacisteis,
y aquí en mi boca, gotas puras, besabais,
dulce sabor que era el mundo a mis labios.
Ese ligero viento del Este os llevaba,
y un instante vinisteis como amor, hojas puras,
oh cuerpos leves del amor, verdes besos,
oh lejanísimos cuerpos dulces de un soplo.
Vicente Aleixandre