TECNOLOGÍA DE MUERTE
Ya no se necesita
esconder los secretos
de montar agresiones,
introducir divorcios en los mares
ni mechar las fronteras.
Hasta los artefactos han perdido
su talante de monstruos,
sus trajes de etiqueta de ultratumba,
sus costumbres hertzianas
de avituallar con úlceras la noche.
Ahora se empaquetan de humanismo
científico de porra,
los más fetales
descendientes del odio.
Van a civilizar las hecatombes,
matar el perro y acabar la rabia.
La destrucción se ha puesto
en mangas de camisa.
Ha tomado los hábitos
del aire azul y de la mano abierta,
del beso y la caricia
en los que nunca procreó el recelo.
Vemos tan natural su convivencia
como a los ojos las pestañas
y al pájaro las plumas.
Y un día todo saltará.
Será un «te amo» la consigna
que apague la cerilla en la que ardemos.
Pedro García Cabrera