REALIDAD
Y el amor también muere, me decía
contemplando las fosas con espanto,
una tarde en que triste recorría
asida de mi brazo el camposanto.
El amor —respondile— es un anhelo
que en el fondo del alma está latente
así como ella se remonta al cielo
y, así como ella, vive eternamente.
Es perfume suavísimo que embriaga;
es néctar que se bebe en regio vaso,
astro que alumbra y que jamás se apaga;
el verdadero amor no tiene ocaso.
Entre tanto, de un sauce en la enramada
un ruido estrepitoso se sentía;
era que con burlona carcajada,
al oírme un espectro se reía.
Julio Flórez