anterior   aleatorio / random   autor / author   inicio / home   siguiente / next

TABARÉ

      LIBRO SEGUNDO
      CANTO PRIMERO

                        VI

¿Y Añagualpo, el gigante? ¿Y Yandinoca?
            También sus sombras vagan
En la noche sin lunas, y se envuelven
En el triste vapor de las montañas.

¿Qué fue de Tabobá? También ha muerto
Buscaba en el combate la venganza
De Abayubá, cuando del sueño frío
Sintió en los huesos la corriente helada.

            El fiero Magaluna.
Ligero como el tigre, se abalanza
Al cuello del corcel del enemigo
Al que sus dientes y sus uñas clava:

            Se agita, grita, ruge.
Mientras el jinete el pecho le traspasa:
Sólo la muerte lo desprende, y yerto
El cuerpo sólo se desploma y calla.

            No volverá a tenderse
El arco de algarrobo que ajustaba
La mano de Yaci, del joven indio
Que daba muerte al yacaré en las aguas:

            No encenderá sus fuegos
En el bosque del Hum ni en sus barrancas
El valiente Terú; las sombras negras
Gimen cuando se posan en sus armas.

Maracopá y Abaroré no existen¡
            ¡Gualconda ya es esclava!
Ya no reirá la dulce Liropeya,
La virgen más hermosa de la playa.

Hija del tiempo de los soles largos,
            Que brillan en las ramas
Cuando el botón del ceibo se revienta
Como urna de sangre. Por llevarla

A sus toldos de pieles, muchos indios
            Se hendieron con sus hachas;,
Venció Yandubayú, pero la virgen
En vano llora y al cacique aguarda.

Murió Yandubayú, ¡también ha muerto!
            Jamás en su piragua
Vendrá a buscar a Liropeya, nunca
Se oirá su voz en medio la batalla.

            Los hijos valerosos
De muchas indias, cuando no contaban
Haber visto diez veces hojas nuevas.
Abrir en el penacho de las palmas,

            Han caído en la lucha
Dando débiles gritos de venganza;
Sus brazos no eran fuertes y sus flechas
Eran temidas sólo de las gamas.

            Los viejos que habían visto
Nacer la primer luna, y en los talas
En que hoy las uñas el leopardo afila
Habían visto correr la primer savia,

            También hicieron arcos,
Y aguzaron las puntas de las lanzas,
Y fueron al combate lentamente
Apoyados en ellas o arrastrándolas.

            Y todos han caído
Unos tras otros en la diestra pampa;
Y nadie abrió sus párpados; la noche
Bajo de ellos quedó, la noche larga,

Triste, sin lunas, la del viento negro,
            En la que nunca aclara.1
Ya no se mueven los caciques indios,
No encienden fuegos; para siempre callan.

autógrafo

Juan Zorrilla de San Martín


1 Versión: La noche solitaria


«Tabaré» (1888)

Voz: Ana Úlehla Voz: Ana Úlehla


subir / top   poema aleatorio   siguiente / next   anterior / previous   aumentar tamaño letra / font size increase   reducir tamaño letra / font size decrease