PRESENCIA DE LA MUERTE
III
Y hablo aquí de la muerte con la misma ternura
de entonces, y como hablo de la bondad del trigo;
de la simplicidad del agua, de la esencia
de las cosas, del gozo del campo y del amigo
verdadero. Y mis manos escriben estas sílabas
del nombre de la muerte, con los júbilos íntimos
del que todos los días aguarda a que su mesa
la venga a compartir el verdadero amigo.
Aquél por quien los frutos del árbol se recogen
en toda su sazón, húmedos de rocío.
Por quien el agua colma la oscuridad del cántaro,
y el pan en los manteles es don de sacrificio.
Aquel único huésped por quien está la puerta
sin clausurarse nunca, y en el dintel los símbolos
de la hospitalidad, para que en el silencio
las manos se entrelacen con un temblor divino.
Germán Pardo García