Y así, cada minuto, se alarga en lentos
túneles
flotando en el vacío
y la raya que marca el término del día
es un infranqueable y elástico tabique.
Y el diablo, con su lengua vibrante, inducente,
su lengua aljofarada de insidias y tristezas,
su lengua fulgurante como un lirio escarlata,
como una onda dúctil, pero tan decisiva
como la trayectoria de un arpón;
su lengua me eloquece.
Si esto es lo que te espera, si esto es ya para sempre,
él me dice,
si esto es lo que le resta al resto de tu vida,
él me dice,
¿merecerá la pena?
año tras año, así,¿resistirás? me dice.
Pero mi voluntad no consiente en plegarse
a la razón del tiempo y su artificio
ni se deja atrapar por las prórrogas
que estiran pesadillas, por feroces pantanos
de la imaginación, por convenios impuestos
al destino, por esta incautación
de toda mi existencia.
Mi albedrío consiste en poder desertar
Ana Rossetti