No quieras de hoy más que, dócil, el día
cumpla su plazo.
Que vaya, al vivir, siendo.
Lejos de las conjunciones de los horóscopos que no
predecirán la belleza ni impedirán su destrucción.
Lejos de sus sentimientos y ataduras que determinan
las conjugaciones de las sílabas.
Del tiempo sacudido y convulso donde no hay otro
ahora que en el imperativo del deseo.
Del arrepentimiento y la nostalgia que se inscriben en el
tiempo imperfecto de la memoria.
Lejos del imán de las ambiciones y del reclamo de los
sentidos que pertenecen al futuro inmediato de la
tentación.
No, no quieras de hoy más que, enamorado, el día, al contemplarse
se conciba, se nutra y, por sí mismo, muera.
Que en sí se reconozca y se perciba
lejos de las conjuraciones de los astros y de las abjuraciones
de los verbos,
lejos de esta irresistible rebeldía que, sin embargo,
embarga.
Ana Rossetti