PICASSO
VII
Y su torso se yergue. Está desnudo
y cansado. Como un monte ha vivido.
Con todo el sol sobre los hombros. Mírale.
Su faz es ocre,
tallada a vista. Y se corona en blancos.
No nieve, no ceniza. Entre los pies la hierba
o la arena del mar. Su mano grande
que un instante asió el orbe, abierta tiéndese,
camino vivo para los humanos.
Vicente Aleixandre