Y antes que hombre fui cabra.
Lo sé con la certeza estelar
de mis nocturnas obervaciones.
Y antes que cabra, grajo,
allá en los más remotos paredones
a miles, en el griterío más infernal,
liberando en masa al atrapado,
a miles, nido con nido
disputando los materiales.
Prudentes, espabilados.
A miles.
No hay sueños.
Ni hay doctrina,
el triste juego de pelota
en un descampado atardecido
que aplasta la noche gigantesca.
Fui cabra
topando al amanecer
las estacas más salvajes.
José Antonio González-Haba