LA VIDA DEL HOMBRE.
POEMA PEDESTRE JOCOSERIO.
LA VIRILIDAD
Ya cumplió mi ciudadano
Las cuarenta navidades.
Ya por frívolos placeres
No sufre necios afanes.
Ya su suerte asegurada
Por buenos o malos trámites,
Serio y barrigudo, tiene
Cierto aquel..., cierto carácter,
Y casa y hogar, y lleva
El dulce nombre de padre
Y esposo... En fin, cate usted
A Periquito hecho fraile.
Y si no ha sacado ya
De este mundo miserable
Todo el partido posible
Y todavía es un nadie,
Lo mejor que puede hacer,
En mi concepto, es tirarse
De la torre de San Luis
O al canal de Manzanares.
¡La virilidad! Ahora
Es el gozar, pero en grande,
Cuando la razón modera
Los ímpetus de la sangre.
¡Ilusión! Nuevos cuidados,
Contratiempos y pesares
Te hacen en la edad madura
Más desventurado que antes.
Dejo aparte tus pasiones,
Que no por menos audaces
Dejan de ser de tu vida
Lento y silencioso cáncer;
Más, ¡ay! amén de las tuyas
Las ajenas te combaten;
Que a tu lado gozan todos
Y tú solo eres el mártir.
¿Quién se libra en este mundo
De criados que le estafen,
O de amigos que le vendan,
O de suegras que le arañen?
¡Y haber de sufrir, gran Dios,
A cada niño que nace
O el furor de la pasiega
O los dengues de la madre!
¡Y que el ángel de tus ojos
No permita que un instante
Los cierres cuando rendido
Des con tu cuerpo en el catre,
Ya con agudos clamores
Los oídos te taladre,
Ya se le aflojen los muelles
Y la nariz te regale!
Mas le amas; que para ahogar
Afecto tan entrañable
Fuerza es tener corazón
O de usurero o de cafre;
Y cuando más te enamoran
Sus infantiles donaires
Y en él perpetuar esperas
Los timbres de tu linaje,
O le enteca la alfombrilla
O le encanija el usagre,
¡Y aquella temprana flor
Herida del cierzo cae!
O crece hermosa y lozana
Al abrigo de tus lares,
Y procurando su dicha
Para cuando sea grande,
Te impones mil privaciones,
Sudas por mañana y tarde...
Pero ¡tal vez en tu seno
Estás abrigando un áspid!
Si es varón, suele salir
Aficionado a los naipes,
Quimerista, libertino,
Insurgente, botarate...
Si hembra, caprichosa, frívola,
Coqueta, nerviosa, frágil,
Y en fin, romántica; que es
El peor mal de los males.
Mas dado que ángeles sean
Los hijos que procreaste,
¿Cuál no será tu tormento
Cuando de ellos te separes?
Quintas, duelos, proscripciones,
O tumultos en las calles,
O facciosos en los campos,
O esbirros en todas partes,
Te arrebatan sin piedad
El varón hecho a tu imagen;
Y con sus manos lavadas
Llega cualquier badulaque
A privarte de tu niña
Y llevarla a los altares,
Más como víctima pingüe
Que como consorte amante.
Es decir que, cuando piensas
Poner una pica en Flandes
Cumpliendo la ley que dice:
Crescite et multiplicamini,
Crías carne para pícaros
O pícaros para carne.
¡Y gracias si tu mujer,
En vez de ser dulce, amable,
Y ayudarte a conllevar
Flaquezas y adversidades,
No es díscola, o jugadora,
O amiga de coche y baile
Y sortijas y aderezos
Y terciopelos y encajes
Y ópera y máscaras!... ¡Oh,
Las máscaras son fatales!
¿Y qué diré si tu sino
Es tan aciago, compadre,
Que por la puerta de Géminis
Entras en Tauro y en Aries?
¡Qué horror! Y del mal el menos
Si en desventura tan grave
O ignoras tu deshonor,
O lo aguantas si lo sabes.
Pero ¡las dudas amargas
Y las sospechas tenaces
Que el corazón te laceran
Como aguzados puñales;
Pero haber de acariciar
En tus brazos paternales
Al intruso motilón
Fruto de adulterio infame!...
Basta; que ya me enternezco,
Y no es justo, ¡voto al Draque!
Que, redactor de LA RISA,
Llore yo como un vinagre.
No; en vez de exclamar con Persio:
Quantum in rebus inane!
Con el buen Horacio Flacco
Diré: risum teneatis?
Y pues ya es largo el sermón,
Sólo añadiré una frase,
Oh lector, para decirte...
Que aquí acaba este romance.
Manuel Bretón de los Herreros