DEDAL
Ya vienes sola tú, como las estaciones y
los relámpagos, niña
interior y cruda y con ocupaciones inocentes.
Y no sé si cabrás
siquera en una lágrima, si tendrás el tamaño
de la humedad
de un beso y de todos los presentimientos.
Cuando en la noche vayas, Ana,
creciendo tú solita y a oscuras, como la barba
de los hombres,
y sea tu corazón un dedal sin trampa,
donde podrían escucharse
los pequeños avisos de la nieve, entonces ten
compasión de mí.
Yo no te mancharé.
Pero déjame acercarme, todavía, con esta
canción blanda antes
de que los números te muerdan.
Tomás Sánchez Santiago