EL CLAN
al tío Julián, S.J.
Ya no tenemos palcos
en las celebraciones
y nadie ocupa un sitio
de honor en los festejos.
Ya ninguno preside
severas procesiones
con la vara de oro
propia de esos cortejos.
Algunos de los nuestros
buscan ocupaciones turbias
en la política; desclasados,
perplejos, pretenderán tal vez
volver a sus añejos
privilegios locales
y a aquellas reuniones
de damas y banqueros
que me daban consejos
sobre Dios y el gran mundo
—que ellos vieron de lejos—
en tanto yo soñaba
con las revoluciones.
Ahora llegan a casa
pocas invitaciones
y los trajes de gala
se van poniendo viejos.
El Pueblo está ocupando
los cerrados salones
y se mueren de escándalo
los antiguos espejos.
Felipe Benítez Reyes