Y SIN LOS FINOS ÁNGELES
Miel de la niebla sobre el cielo en llamas,
caramelo de rosa en el poniente,
y a la noche, la cálida serpiente
de la sombra, creciendo en sus escamas.
La bruma apaga siderales ramas,
el mar azul se agrisa lentamente,
todo el tiempo se vuelve opalescente
entre el ardor de las postreras flamas.
Sin esperanza el límite del día.
Contra mi frente rómpese la estría
de mi último ensueño iluminado.
¿Adón de ir, galeote sin caminos,
bajo la red nocturna y sin los finos
ángeles que guardaron el pasado?
Juana de Ibarbourou