CARTA QUE ESCRIBE DESDE EL OTRO MUNDO EL PEOR POETA CÓMICO DEL SIGLO PASADO EN ESPAÑA, CON MOTIVO DE REPRESENTARSE HOY LA MEJOR COMEDIA ESPAÑOLA DE SU ÉPOCA. POR LAS SEÑAS DADAS SE COMPRENDERÁ QUE LA CARTA NO PUEDE MENOS DE SER DE DON LUCIANO FRANCISCO COMELLA
Yo, Comella, aquel fatal
Comella, que daba a luz
Un disparate mensual
Para el Príncipe, o la Cruz,
O los Caños del Peral;
Yo, que los campos Elíseos
Habito al fin, desde que
Mis pecadillos purgué,
Tiempo ha, madrileños, quíseos
Decir lo que hoy os diré.
Escribiendo mal y pronto,
Al público traje tonto
Con mi Teresa en Landau,
Mi Federico en Torgau,
Mi Esclava de Negro Ponto.
Padres bobos de familias,
Madres de familia bobas,
Dieron prez a mis vigilias,
Aplaudiendo mis Cecilias,
Llorando con mis Jacobas.
La sociedad alta y fina,
Como la gente común,
Se pasmó de mi Cristina,
Mi Natalia y Carolina
Y mi Escocesa Lambrún.
Cómico lírico al par,
¡Cuánto no hicieron ganar
Mis óperas españolas!
Ellas se cantaban solas:
Señores, no es ponderar.
Pródigamente aplaudido,
Y mal pagado, según
Costumbre de España ha sido
(La cual, dicen, ha seguido
Sin alteración aún),
Señaló a mis glorias fin
Un mozuelo botarate,
Narigordo y chiquitín,
Que fue joyero y abate:
Don Leandro Moratín.
Éste, sin hacer misterio,
Me retrató ce por be
Con superior magisterio
En aquel Don Eleuterio
De su comedia, El Café.
Púseme yo furibundo
Al verme tratar así.
Me desquité... me morí...
Él también salió del mundo,
Y encontrámonos aquí.
Como todo lo miramos
Ya sin pasión los difuntos,
Pronto nos reconciliamos.
Lo que es ahora, tomamos
Los dos chocolate juntos.
Unión tan rara y tan bella,
Que quien ponga duda en ella
Debe dejarse enterrar,
Y venir a merendar
Con Moratín y Comella.
En el Diario leí
Que hoy en escena ponéis
La hermosa comedia, El Sí
De las niñas, que yo vi
Estrenar el año seis:
Obra de gusto exquisito,
Si no de sublime genio,
Proclamada a voz en grito
Como la mejor que ha escrito
El buen Inarco Celenio;
Obra que por el autor
Fue y es a la vez mirada
Con júbilo y con dolor,
Como que le fue inspirada
Por un malogrado amor.
Esa hechicera Paquita
Se llamaba y era así,
Bella, amable... regordita...
Ya con nosotros habita:
La tengo en frente de mí.
También la tal Doña Irene
Retrato al natural es,
Y ¡qué semejanza tiene!
Mas esto ya no conviene:
Voy a la comedia, pues.
Sin bautizo y sin entierro,
Sin mono, urraca ni perro galán;
Que haga de primer galán;
O madre y niño en encierro
Transidos de hambre y sin pan,
Con una decoración
De bien poco relumbrón;
Sin trajes ricos, vejete,
Versitos de sonsonete
Ni chistes de bodegón;
Entusiasmo sin igual
Excitó en las jerarquías
Todas de la capital,
Durando veintiséis días,
Parando en el Carnaval.
Éxito inmenso, inaudito,
Que de un revés fue ocasión:
Vedó su continuación
Aquel tribunal bendito
De la Santa Inquisición.
Muy bien hecho,¡voto a san!
¡Tizonazo al perillán
Que, horrorizando almas pías,
Dijo que eran chucherías
Los santos de mazapán!
Pero después ocurrió
Lo que ya la historia escribe.—
La España se transformó;
La Inquisición pereció,
Y El Sí de las niñas vive.
Porque así triunfa el talento;
Así al error da castigo
El tiempo justo, aunque lento:
Yo escribí cien obras; ciento
Se sepultaron conmigo.
No así Moratín: su nombre
Cada vez cunde mayor.
¡Loor, eterno loor
Al que tan bien pinta al hombre,
Para volverle mejor!
Él enseñó a la vejez,
Él honró la ancianidad,
Él condenó, recto juez,
A eterna ridiculez
La pedante vanidad.
El estafador tembló
De su voz grave y severa.
Y de sí se avergonzó
La hipócrita zalamera
Cuando su imagen miró.
Él al paterno poder
Línea trazó decorosa,
Él defendió a la mujer:
—Su misión no pudo ser
Más noble ni más hermosa.
Duramente me trató;
Mas (con orgullo lo digo)
Mi honradez reconoció.
Le alabo, y fue mi enemigo:
Pocos hacen lo que yo.
Modelos de arte y buen gusto
Dejó; pero con derecho
Le dirá el crítico adusto
Que no es útil siempre y justo
Seguir su camino estrecho.
Con poetas de otra edad
Moratín sus glorias parte;
El ingenio, aunque es verdad
Que necesita del arte,
Vive de la libertad.
Y gloria de su nación
Será el insigne varón,
Que logre juntar al fin
El genio de Calderón,
El arte de Moratín.
Leída en el Teatro del Instituto.
Juan Eugenio Hartzenbusch