ELEGÍA A UN SONETO
(que se me perdió junto con la factura de la Fuerza y Luz y otros papeles importantes)
Ya no habrá de volver el cadencioso
encanto de tus sílabas de brisa
a dar a los oídos el reposo
de la encontrada forma (La sumisa
palabra que adhirió su luminoso
cristal al sentimiento). La indecisa
memoria solo guardará un borroso
recuerdo de tu música precisa.
Pero tal vez, tal vez no se ha extraviado.
Acaso fue a parar al hondo cielo,
donde un San Pedro oficinista eleva
hasta Platón los versos olvidados
por poetas que los graban en el hielo.
Y un ángel los derrite y se los lleva.
Tristán Solarte