YO NO PUEDO CANTAR
A Gregorio
El solitario ciervo de los montes
no puede como el águila volar;
ni se eleva tampoco como el roble
el triste arbusto que a su sombra está.
Riega sus rayos alumbrando el orbe
el Sol, topacio del abierto azul;
yo, cocuyo perdido entre la noche,
doy a las selvas mi viajera luz.
Decid, Colombia, a la española lengua
que ya el Aures no tiene trovador;
que en sus sombrías, solitarias selvas
la lira de Gregorio se perdió.
Olorosas montañas antioqueñas,
guardad la lira del feliz cantor.
¡Muda quedó la palpitante cuerda
donde la nota del maíz sonó!
Caunce, agosto 12 de 1872.
Epifanio Mejía