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PARA TODOS

Yo quiero la igualdad, ya que la suerte
es común en el punto de partida:
¡si todos son iguales en la muerte,
todos sean iguales en la vida!

¿Quién es más que otro, cuando el negro abismo
la oculta mano con furor nos lanza?
¡Todos, ricos y pobres, son lo mismo
si los pesa la Muerte en su balanza!

Entre el noble señor y el indigente
no debe haber obstáculo ninguno:
todos tienen debajo de la frente
una chispa de Dios; ¡y Dios es Uno!

La igualdad de las razas es mi norma,
norma que a todos servirá mañana
la carne humana cambiará de forma,
pero en cualquiera forma es carne humana.

¡El Pueblo, el Pueblo que la luz concibe
y que arroja la luz en plena escoria,
sobre el altar de su taller recibe
los Santos Sacramentos de la gloria!

El Pueblo es grande. En el furor, siniestro;
manso en la paz. Trabaja con porfía...
¡Si es ignorante es culpa del maestro;
si acaso se extravió, culpa del guía!

Si a veces el moscón que torpe zumba
cae en la red de laboriosa araña,
a trabajar. ¡El ocio es una tumba!...
¡Quien pone el grano, espere la montaña!

¡El pueblo que en la lucha no reposa
y en la paz marcha con el hacha al hombro,
hace una cuna sobre cada fosa,
canta un Te Deum  sobre cada escombro!

¡Ave, Rey, Pueblo! En el taller es justo
que cobres la confianza de ti mismo...
Si es que está sobre ti César Augusto,
retira el hombro... ¡y rodará al abismo!

El Pueblo va en las sombras, como fiera:
es un atleta, cuando altivo y mudo
se envuelve en un girón de su bandera
y se apoya en el bronce de su escudo...

Loco es Moisés si con furor se lanza
sobre el Pueblo, y lo insulta, y llora, y grita,
y porque el Pueblo ante sus dioses danza,
rompe las tablas de la ley escrita...

Aunque al verlo la pena le taladre,
debe Moisés, imperturbable y fijo,
hablarle siempre: ¡si se embriaga el padre,
tiene el deber de sostenerlo el hijo!

Guíese al Pueblo. Al dársele la mano
no se le apriete hasta que el hueso cruja:
que vaya dulcemente soberano...
¡tras la mano que guía y no que empuja!

Tal es lo justo. El débil y el potente
tener no deben valladar ninguno:
¡todos llevan debajo de la frente
una chispa de Dios; y Dios es uno!

¡Ante la eterna ley que flota encima
del docto Pueblo y de la Plebe incauta,
todo son versos de una sola rima,
todo son notas de una misma pauta!

autógrafo

José Santos Chocano


«Iras santas» (1895)

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