UN HIMNO PARA EL OJO
Yo digo que si el alma tiene un sitio,
ese sitio es el ojo.
El ojo que sustenta nuestra amor
y nuestro gozo.
El hombre mismo, el hombre
todo fuego y asombro,
no podría ser hombre,
sin el ojo.
La vida, el mar, el cielo,
todo era un vago escombro,
hasta que un día el ojo reunió todo lo vivo
y lo acercó a los rostros.
Toda la eternidad quedó justificada
el día que lo más vivo de la vida
se hizo pozo de asombros
en el ojo.
Jorge Debravo