MARTA
XIX
Y he vuelto, ¡sí! La ola de la suerte
me empujó, sin cesar, de una a otra parte;
he vuelto... pero ¿a qué? —¡Sólo a llorarte,
rosa de amor que deshojó la muerte!—
El pesar te mató: cobarde y fuerte,
hirió tu corazón —débil baluarte
que al fin rindiose— Vine por salvarte,
¡y sólo encuentro tu despojo inerte!
¡Y no pude llorar! y yo que ansío
llorar hasta morir... (como la rota
fuente del llanto se extinguió) ¡Dios mío!
Al sentir que mi llanto ya no brota,
me abrazo al banco aquel... ¡y río, y río,
como un loco de atar... como un idiota!
Julio Flórez