GASPAR BECERRA
(traducción de Henry Wadsworth Longfellow).
Ya en la alta noche, con su lumbre enfrente,
De honda vergüenza a solas se roía,
Y chasqueado y exhausto aún meditaba,
Y deliraba en gloria todavía.
Fue en una imagen de la Virgen donde
Su ahínco todo y su destreza puso;
Mas ¡ay! que su ideal siempre entrevisto,
Siempre al cuchillo fiel burló confuso.
De isla remota del Oriente el trozo
De madera exquisita se le trajo,
Y día y noche acérrimo el maestro
Bregaba infatigable en su trabajo.
Hasta que al fin desperanzado, inerte.
Cayó en su asiento; oscuridad profunda
Veló su triste humillación; y el sueño
De olvido bienhechor su mente inunda.
Allí una voz gritole de improviso:
«Levántate escultor, y en un quemante
Tizón que hay en tu hogar, el pensamiento
Que arde dentro de ti, talla al instante».
Despertando de un salto hurgó el rescoldo
Y halló el tizón, y más que nunca lleno
De alto ideal, lo ejecutó allí mismo
Y sonriendo feliz vio que era bueno.
¡Oh, tú, escultor! ¡oh, tu, pintor, oh bardo!
Nunca de tu alma esta lección se aparte.
Nada es mejor que lo que está más cerca;
De allí modelarás tu obra de arte.
Nueva York, febrero 15: 1871.
Rafael Pombo