MUNDO EN CLARO
III
Y en un arranque, por fin,
—Beata elección, beata
Querencia— tiendes los brazos.
Es de verdad la mañana
Que se cumple, que termina
De amanecer, entregada.
Así, con exactitud
De cuerpos celestes, hacia
Mí tus brazos ya solares
Se dirigen. Y la fábrica
De nuestro día en el centro
De la claridad resalta.
El caos fue, no será.
A todos nos arrebata
Con su fuerza de invasión,
De maravilla esta máquina
Del mundo. Sin maravilla
Mínima no apunta nada.
Cierto: llega a ser discreta.
Follajes hay que resguardan
Por entre el ruido y el fárrago
Silenciosas enramadas.
Todavía en el silencio
Perduran nuestras palabras
De mayor fe. ¿Las adviertes?
Bajo el ímpetu del ansia
Por amar, cantar, saltar?
Ante la clara jornada
Tan vivo está lo vivido
Que al futuro se abalanza.
Y con abandono apenas
Iluminado —pestañas
Perezosas que no barren
Su penumbra rezagada—
El abrazo nuevamente
Gozoso al mundo nos ata.
¿No adivinas entre círculos
Favorables las distancias?
Todo un mundo redondea
Con sus cielos y sus ráfagas
Este refugio de sol
Íntimo, que no se apaga
Nunca para nuestros ojos.
¡Claridades entrañadas!
Sólo amor responde a mundo.
Aunque afine su maraña,
No luce el mal. ¡Laberinto
De callejas! Mundo es plaza:
Plaza con sol donde el viento,
Soleado, se remansa.
¡De día!
Vuelve a su luz
Inmortal, a esta diaria
Tensión de amor el prodigio
Del mundo. Amor: escala,
Única tal vez, a vida
Sin término —si no engaña
La promesa irresistible
De tanta luz aliada
Cuando los brazos se juntan
En una gloria inmediata.
Jorge Guillén