LA BOCA DE LA ETERNIDAD
Yo estaba orando... Abriome de repente
La Eternidad su boca... ¡honda... infinita!
Y allí tu sombra, oh Dios, cruzó bendita,
Y apagó su relámpago en mi frente.
Cual del herido halcón que huye doliente
Pluma impalpable sobre el mar gravita.
Vi la gran creación .... ¡parva,... finita!
Flotar sobre ese vórtice rugiente.
Y me desvanecí... No bien despierto
Busco la tierra, y con temblante mano
Me toco, y casi ni a encontrarme acierto.
Vi vanidad hasta en llorar; y ufano
Como el cuitado al dirigirse al puerto,
Mi fardo abrumador sentí liviano.
Costa Rica, junio 5: 1856.
Rafael Pombo