PIEDRAS DE DEMOCRACIA
Ya las movió la mar.
No son las mismas
piedras de ojos azules
que miraban la sombra
de una muerta tabaiba.
Han perdido niñez de soledades.
Fluidas curvas despersonalizan
su desnudez de ayer.
Ahora es imposible proseguirlas
en la farsa de antaño.
Se han hecho ajuar de convivencia,
lares de democracia.
El pueblo de las rocas ha fundido
rasgos sobresalientes, ha domado
su oratoria de líder, sus atuendos
de páramos batidos por las olas.
Y ya no son recuerdos de picachos,
arias de escaparates,
sino global alianza,
coro de multitudes.
Y he aquí lo que dicen:
nadie pretenda descifrarse
fuera de los demás.
La mar, la mar alienta
—unidad a la intemperie—
hasta en la coalición de los naufragios.
Pedro García Cabrera