CARAMBA 87
Y como nadie articulaba debidamente,
locos somos, enamorados de las nubes errantes.
Los tiros se multiplicarán por minutos
y el cavernícola vuelve con sus maravillosas plumas.
Esta mujer de oro se volverá de bronce.
No sabemos en dónde vive la matemática
ni por qué tuerce el rumbo la corneja de Dios,
pero sí cómo se dominan las arboledas,
y se amasan los ríos a brazos desnudos.
Hay, a pesar de la censura,
conocimiento de las redes revolucionarias.
La censura, máuser al hombro,
intenta segar las cabezas de los instintos
pero por encima de los vallados y las murallas,
de los centinelas y los esbirros,
pasaron siempre las leves brisas,
los pajarillos, las ramas fuertes,
y el rayo de luz todopoderoso.
José Moreno Villa