LA MUERTE DEL NOVILLO
Ya prisionero y maniatado y triste
Sobre la tierra quejumbroso brama
El más hermoso de la fértil vega
Blanco novillo de tendidas astas.
Llega el verdugo de cuchillo armado;
El bruto ve con timidez el arma,
Rompe el acero palpitantes nervios,
Chorros de sangre la maleza esmaltan.
Retira el hombre el musculoso brazo;
El arma brilla purpurina y blanca;
Se queja el bruto, y forcejando tiembla,
El ojo enturbia... y la existencia exhala.
Remolineando por el aire vuelan
Los negros guales de cabeza calva
Fijan el ojo en el extenso llano
Y al matadero, desbandados, bajan.
Brama escarbando el arrogante toro
Que oye la queja en la vecina pampa,
Y densas nubes de revuelto polvo
Tira en la piel de sus lustrosas ancas.
Poblando el valle de bramidos tristes
Corre el ganado por las verdes faldas,
Huele la sangre... y el olor a muerte
Quejas y gritos de dolor le arranca.
Los brutos tienen corazón sensible:
Por eso lloran la común desgracia
En ese clamoroso de profundis
Que todos ellos a los vientos lanzan.
1868.
Epifanio Mejía