Y ERES TRAIDORA...
Nadie remotamente se imagina
tu matinal rubor, ese rubor
disuelto en pinceladas de anilina,
producto de farmacia y tocador.
Deleitas el olfato con tu fina
fragancia, noble y arrogante flor
de papiro. —Sutil treta supina
de gitano prestidigitador.
Pesar que asoma en ti, pesar que vuela
lejos, con la jocunda francachela
de tu risa de hueco cascabel.
Y aunque finges reír con el que llora
penas del corazón, eres traidora
como la cerradura de un hotel.
Luis Carlos López