ÉGLOGA TROPICAL
"¡Qué descansada vida!"
Fray Luis de León
¡Oh, sí, que vida sana
la tuya en este rústico retiro,
donde hay huevos de iguana,
bollo, arepa y suspiro,
y en donde nadie se ha pegado un tiro!
De la ciudad podrida
no llega un tufo a tu corral... ¡Qué gratas
las horas de tu vida,
pues andas en dos patas,
como un orangután con alpargatas!
No en vano cabeceas
después de un buen ajiaco, en el olvido
total de tus ideas,
si estás desaburrido
bajo un cielo que hoy tiene sarpullido.
Feliz en tu cabaña,
madrugas con el gallo... ¡Oh, maravillas
que oculta esta montaña
de loros y de ardillas,
que tú a veces contemplas en cuclillas!
Duermes en tosco lecho
de palitroques sin colchón de lana,
Y así, tan satisfecho,
despiertas sin galbana,
refocilado con tu barragana.
Atisbas el renuevo
de la congestionada clavellina,
mientras anuncia un huevo
la indiscreta gallina,
que salta de un jalón de la cocina.
¡Quién pudiera en un rato
de solaz, a la sombra de un caimito
ser junto a ti un pazguato
panzudamente ahíto,
para jugar con tierra y un palito!
¡Oh, si, con un jumento,
dos vacas, un lechón y una cazuela,
—y esto parece un cuento
del nieto de tu abuela—
siempre te sabe dulce la panela!
Y aun más: de mañanita
gozas en el ordeño, entre la bruma.
de una leche exquisita
que hace espuma, y la espuma
retoza murmurando en la totuma.
Oh, no, nunca te vayas
de aquí, lejos de aquí, donde te digo,
viniendo de otras playas,
que sólo en este abrigo
podrás, como un fakir, verte el ombligo.
Y ¡adiós!... Que te diviertas
como un pitico cimarrón... ¡Quién sabe
si torne yo a tus puertas
—lo cual cabe y no cabe—
a pedirle una torta de cazabe!
Puesto que voy sin rumbo,
cual un desorientado peregrino,
que va de tumbo en tumbo
buscando en el camino
cosas que a ti te importan un comino.
Luis Carlos López