AL PADRE DONOSO
“Aquí estoy porque he venido
que es una razón que aplasta”
Humboldt
¡Ah, mi querido Padre!... ¡Qué bien estoy en esta
metrópolis, comiendo repollo y salchichón,
sin moscas ni mosquitos en la sabrosa siesta,
y sin que usted me pida que vaya a oírle un sermón!
Repican las campanas del corazón... ¡Oh, fiesta!
¡Y yo que quise un día —¿No es cierto, corazón?—
ponerme en cuatro patas, quitándome la testa,
para en un bosque virgen vivir como un gibón!
Pero hoy aquí me arrulla la cítara de Orfeo,
mientras me hablan las cosas que miro en un museo.
—La cerveza la sirven en jarros de a un galón—.
¡Y las mujeres, Padre, son una maravilla!...
Las unas con el pelo color de mantequilla,
y las otras... Oh, Padre, no tengo absolución.
Luis Carlos López