EN EL MONTE
Ya poco o nada de mis glorias queda;
hoy, lejos de la lucha en que viví,
mezo la cuna de mi niña y rueda
como un susurro mi existencia aquí.
En la brisa fugaz que blanda sopla,
llega de las ciudades hasta mí,
de cuando en cuando, el eco de una copla
de amor, que en otros tiempos escribí.
Y al recordar mi tormentosa vida
y lo que entre los hombres padecí,
bendigo en el silencio la escondida
senda que al fin y al cabo preferí.
Hoy todo, todo me parece un sueño,
todo, hasta las miserias que sufrí;
vivo como al influjo de un beleño,
y así resbala mi existencia, así...
Diéronme hiel en el falaz tumulto
humano hasta las bocas de rubí:
allá calumnia, allí grosero insulto,
allá traición y falsedad allí.
A mi patria, sumida en sus tristezas,
mi lira de oro y ébano le di,
ella a mí no me ha dado riquezas,
ni honores, no, pero su llanto sí.
dejadme, pues, en paz; nada he pedido,
mas hoy que vivo retirado aquí,
mezo la cuna de mi niña y pido
olvido, sólo olvido,
olvido irrevocable para mí.
Julio Flórez