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        FANTASÍA

Y abrazados
A sus almas confundieron
En sus labios que sintieron
Deleitados.

                        I

—¡Adiós! Silencio y cautela...
Si el cielo por todos vela,
El infierno le hace guerra
Y la ventura destierra
Cuando el cielo nos la da...
Teme a tu esposo, él está
Más que nunca envanecido,
Y de venganzas nutrido
más venganzas ansiará...
Bien lo sabes, ni la sangre...

—Bien lo sé, su fanatismo
Lo arrebata de sí mismo...
No temas; tiemblo y le temo,
Lo conozco y al extremo
Puede llegar si supiera...

—Oh, Dios! Mirad cual hoguera
Resplandece el firmamento...
Suena el trueno —brama el viento...
Es la noche una visión.
Ya la lluvia se aproxima
Y el relámpago ilumina
Todo cuanto nos rodea...
Id por Dios que no se os vea...
Yo me ausento... Elisa. ¡Adiós!

—No; que mi alma va con vos.

                        II

Él se fue; y el pie ligero
Una joven deslizaba
Por la senda del jardín...
El orbe todo temblaba
Pues en todo presagiaba
Que ese ruido que escuchaba
Era su instante postrero,
Que el infierno en gozo fiero
Celebraba en un festín.

De repente la oprime una mano.
Tiembla Elisa, y al ver su tirano
Lanza un grito y procura fugar.

—No te irás perjura, no,
Si él se escapa a mi venganza
Hasta ti mi brazo alcanza
Yo te lo prometo... yo...
Dilo pronto... di ¡quién era!
Quién el que contigo aquí
Pasarle el pecho debí
Si tan villano no huyera.

Quien? ¡vive el cielo! mi nombre
Viviendo yo ser deshecho
Y tal vez hasta en mi lecho
Profanado por un hombre!!!
Por un hombre! Y tú perjura,
Tú en sus brazos mancillando...
Al que vive se guardando...
Cual cristal o lumbre pura?

¿Tú de otro hombre?... maldición!!
Vi a un relámpago su manto,
De rebelde es todo cuanto
Viste y lleva su visión...

Y un rebelde mi rival?
Al infierno lo conjuro...
Por el Rey Carlos le juro
No escapar a mi puñal.

Y después aun palpitando
Su rasgado corazón
Has de apagar tu pasión
Su infame sangre tragando.

—Monstruo horrible del infierno
Calla o rasga entre mi pecho
Un corazón que tú has hecho
Bronce duro siendo tierno!!!
Rómpelo pues te aborrece...
Ese rayo que aparece
No hace más mal a la tierra
Que cuanto tu pecho encierra
Y pestilente tu boca
Lanza a torrentes, y toca
Con su aliento destructor...
Tus palabras son puñales
Que me ultiman infernales;
Ese que traés en el cinto
Préstamelo, por favor,
Y verás que al punto tinto
Te lo volveré, impostor.

—Y así burlas mi furor...
Debes morir a mi mano
Y en vez de implorar favor
Quieres más tu fin cercano,
¿O pretendes con su muerte
Darle vida a quien tu suerte
Ha convertido en umbría
Siendo más clara que el día.

Incauta, aleve, perjura,
No acrecientes la amargura
De tu destino fatal.
Puedo elevar mi puñal
Sobre tu pecho, y cercano
De herir; suspende mi mano
Con que nombres mi rival.
Habla —quien era... reviento.

—Quien hasta su nombre el viento
Tiene miedo de escuchar
Quien su espada al desvainar
Hace doblar la rodilla
De los que al pie de su silla
Tienen Marqueses y Condes,
Y a quien tú, Duque, que escondes
Tanto orgullo entre tu seno
Nunca podrás ver sereno
Sin...
—Infame, de rodillas,
Que tu muerte se acercó.

Y prendido del rubio cabello
La mecía con ira brutal.

—De rodillas... nómbralo
Y antes de lucir el día
Juntos en la tumba fría
Esta mi mano os pondrá
Nómbralo y...

—Él buscará
En los cielos a su Elisa...
Mas antes con fiera risa
Clave en tu pecho un puñal...

—¿Su puñal? Antes el mío...

Y a sus plantas tendida, en su pecho
Por tres veces clavó su puñal...

—Oye Su nombre, tirano...
Era mi Padre... y tu hermano.

Mercedes, 19 de Diciembre de 1840.

autógrafo

José Mármol


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