A Cloé y a Eva Sofía
TIEMPO DE ÁNGELES
Y Dios dijo: «Hágase el ángel».
Y el ángel fue hecho de palabras.
Y el hombre dijo: «Hágase el ángel
de palabras interiores.
Sea el ángel a semejanza de mi espíritu».
Y Dios dijo: «Que cada hombre
tenga en el cielo un ángel
a su imagen y semejanza
y cuando muera se haga uno con él».
Y el hombre dijo: «Si Dios no creó al ángel,
la imaginación debe crearlo,
porque si hay un vacío entre Dios y yo
no puede haber comunicación entre nosotros.
Es preciso que exista
un espíritu intermediario
entre el cielo y la tierra,
entre lo invisible y lo visible,
entre lo espiritual y lo material».
Dios dijo: «El hombre llegó tarde
para el tiempo de los dioses
y temprano para el ser,
el ángel llegó a tiempo
para los dos tiempos».
El hombre dijo: «Entonces,
el ángel es el cuerpo
que une los dioses y el ser,
es el puente que junta
la mirada con lo mirado».
Dios dijo: «Para que se entiendan
los ángeles y el hombre,
que los ángeles en la tierra hablen
el lenguaje de los hombres
y los hombres cuando sueñen
hablen el lenguaje de los ángeles;
porque hay una lengua original
que comprenden los ángeles
de todas las épocas y todas las razas
y es la que está hecha de poesía».
Dijo el hombre: «Entonces,
un ángel sabe cuando está delante de otro ángel,
no por lo que se dice y se revela,
sino por la luz que sale de sus ojos».
Dijo Dios: «Los ángeles no pueden ser vistos
por los ojos, porque están en nuestros ojos».
Dijo el hombre: «Entonces, el ángel
que buscamos en el mundo
está adentro de nosotros, es nosotros».
Dios dijo: «Cuando el hombre
se encuentre consigo mismo,
sea el ángel que buscaba en el mundo.
Porque el cuerpo de ambos
está hecho de palabras interiores».
El hombre dijo: «El ángel que no veo,
que no me ve, que va conmigo,
es el que seré, cuando yo muera».
Dios dijo: «Que el ángel del hombre
viva más allá del hombre,
se levante sobre su cadáver
y cobre su existencia verdadera.
Que el ángel tenga la forma
que el hombre quiera darle».
Dijo el hombre: «Entonces,
el ángel tiene el cuerpo
que la imaginación le da,
el ángel pintado en mi espalda,
el ángel tatuado en mis brazos,
me cubrirá la espalda
y me protegerá los brazos.
Un día será semejante a mí mismo».
Y Dios dijo: «El ángel, en este tiempo
de negrura que se aproxima,
sea mensajero de la luz.
El ángel sea igual al hombre.
Porque éste es un tiempo de ángeles».
Homero Aridjis