MEDUSA
Vagando por la ciudad de México
me encontré con Medusa, una prostituta
que corría las calles oceánicas de Insurgentes.
De joven había sido la atracción del Salón Rosa.
El cabaret se quemó y en un vestidor quedó atrapada.
Ahora era un monstruo de amor.
Esa noche ocultaba sus ojos petrificadores con lentes de sol
y su cabellera de serpientes con una peluca dorada.
Tapándose la boca con la mano, no podía disimular sus dientes atroces.
Al toparme con ella, yo, que una vez la amé, no supe qué era peor,
si verla a los ojos y convertirme en piedra,
o pasar de largo y convertirme en olvido.
México, martes 13 de julio de 1999
Homero Aridjis