A través de los siglos vengo de la colina
El aire el huerto orea.... sobre el prado, a la orilla
El ritmo pitagórico de las constelaciones
El silencio beatífico dejó mi ser hirviente
El soplo del crepúsculo pone en mi carne un lento
En la alta noche mística sobre el campo dormido
Estoy vuelto hacia Ti, como el monte. Las manos
La lumbre del lucero que el árabe adorara
La noche abre su alcázar de ebúrnea pedrería
La noche infla en el viento su rica tienda de oro
La piedra de mi honda rompe en rútilo vuelo
La reluciente atmósfera, en baños de oro y bruma
Mi corazón arrastra, melancólico, el carro
Por la luz del relámpago que en el cielo destella
Se yergue el lirio al soplo matutino del día
Soledad de los campos; dulzura de esta amena
SONETO XXI - EL CÁNTICO UNIVERSAL
Un soplo que venía de lo alto honda llama
Ya las aves del ángelus vuelan en mi comarca
Yo he escuchado el silencio que se abisma en el breve