EL CORAZÓN DE LA NOCHE
La noche infla en el viento su rica tienda de oro,
amarrada a los mástiles que escoltan la bahía.
El mar lanza a los ámbitos raudales de armonía
por todos los carrizos de su órgano sonoro.
Rasga el azul la chispa fugaz de un meteoro,
y, simulando estela retrasada del día,
honda fosforescencia arde en la lejanía
como vivida llama de ignorado tesoro.
Gárrulos, en la orilla discurren los palmares,
devanando en sus rubias antenas rumorosas
en dorados ovillos los copos estelares.
Sólo yo callo y pienso bajo el arco del mundo
y ajeno a la inocente vanidad de las cosas
doy a la noche huérfana mi corazón profundo.
Mario Carvajal